Cómo crear educación basada en valores

César Bona

· Maestro, escritor y conferenciante

En un mundo donde todo cambia a gran velocidad, educar no puede ser solo cuestión de transmitir conocimientos. Hoy más que nunca, necesitamos una educación que mire a las personas, que forme ciudadanos críticos, empáticos y comprometidos. César Bona, uno de los docentes más reconocidos de España, nos recuerda que educar es mucho más que enseñar: es acompañar, inspirar y construir desde los valores.

¿Quién es César Bona?

César Bona es maestro, escritor y un apasionado de la educación con mayúsculas. Fue uno de los cincuenta candidatos al Global Teacher Prize, el conocido «Nobel de los profesores», y desde entonces su voz se ha hecho indispensable en el debate educativo. Pero lo que realmente lo define no son los premios, sino su forma de entender la enseñanza.

Desde sus primeras clases en pequeños pueblos de Aragón hasta auditorios repletos de docentes, Bona ha mantenido una idea clara: educar es tocar vidas. Y eso solo es posible cuando nos miramos unos a otros con respeto, con escucha y con el deseo profundo de mejorar juntos.En sus libros, como La nueva educación, aboga por una escuela que conecte con la realidad, con los sueños y con las emociones de los niños y niñas. Porque para él, la clave está en reconocer que cada niño es único, y que solo desde ahí se puede construir una educación de calidad.

¿Qué es la educación en valores?

Cuando hablamos de educación en valores no nos referimos a asignaturas o manuales. Hablamos de una forma de estar en el mundo. De enseñar no solo matemáticas o lengua, sino también respeto, solidaridad, tolerancia y responsabilidad. Es una educación que no separa razón y emoción, que entiende que lo que somos importa tanto como lo que sabemos.

Los valores universales —la empatía, la honestidad, el compromiso— no se enseñan desde el discurso, sino desde el ejemplo. Cada mirada, cada gesto y cada decisión en el aula puede convertirse en una oportunidad para transmitir valores que acompañarán a los estudiantes toda la vida.En este enfoque, las palabras de César Bona resuenan con fuerza: “Educar no es llenar la cabeza, sino tocar corazones”.

Fomentar el espíritu crítico

Uno de los valores fundamentales que César Bona promueve es el espíritu crítico. En un contexto saturado de información, es esencial que los alumnos aprendan a pensar por sí mismos, a hacerse preguntas y a mirar el mundo con curiosidad y criterio.

Fomentar el pensamiento crítico no significa cuestionarlo todo sin rumbo, sino enseñar a analizar, contrastar, dialogar y construir opiniones propias. Significa ofrecer herramientas para que los estudiantes no repitan lo que escuchan, sino que se atrevan a entender, a disentir y a proponer nuevas ideas. Es formar personas activas, no meros receptores.

La diferencia entre errar y fracasar

Uno de los grandes aprendizajes que César Bona comparte es la diferencia entre errar y fracasar. En muchas escuelas, el error sigue siendo penalizado, cuando en realidad es una parte natural —y necesaria— del proceso de aprendizaje.

Errar no es fracasar; es explorar, es probar, es aprender qué no funciona para llegar a lo que sí. Enseñar desde esta perspectiva libera a los alumnos del miedo al fallo y les da permiso para ser creativos, valientes, humanos. Cuando un niño comprende que equivocarse no lo define, sino que lo impulsa, empieza a confiar más en sí mismo y en sus capacidades.

Esfuerzo como base del aprendizaje

La educación basada en valores también destaca la importancia del trabajo y esfuerzo. No como una obligación impuesta, sino como una actitud ante la vida. Esforzarse no es sinónimo de sufrimiento, sino de compromiso. Es tener la determinación de seguir aprendiendo, incluso cuando cuesta.

César Bona lo dice claro: no se trata de hacerlo perfecto, sino de dar lo mejor de uno mismo. Y eso, en el fondo, es lo que cada docente desea despertar en su alumnado: la motivación de superarse, de mejorar un poco cada día, de encontrar satisfacción en el camino y no solo en el resultado.

Claves para ser un buen profesor

En este contexto, ¿qué significa ser un buen profesor? La respuesta no está en los libros, sino en la actitud. Para César Bona, un buen docente no es quien más sabe, sino quien mejor conecta. Quien escucha, quien observa, quien adapta su mirada para ver lo que cada niño necesita.

Algunas de las cualidades de un buen profesor son la empatía, la creatividad, la humildad y, sobre todo, la coherencia. Porque educamos más con lo que hacemos que con lo que decimos. Un buen docente es un modelo, alguien que transmite valores a través de su forma de estar, de enseñar, de relacionarse.

También es fundamental desarrollar la tolerancia a la frustración. Tanto en los docentes como en los alumnos, esta capacidad es clave para afrontar los retos del aprendizaje y crecer frente a las dificultades.

La escuela debería ser un lugar donde los niños se sientan seguros para ser ellos mismos. Donde no se les mida sólo por sus notas, sino por su evolución como personas. Y eso comienza por profesores que creen en ellos, incluso cuando ellos aún no lo hacen.En este camino, también es esencial hablar de los valores universales, que actúan como pilares de la convivencia. Son la base para construir relaciones más sanas y comunidades más fuertes, y merecen un espacio real dentro del aula y fuera de ella.

Una educación que transforma

Educar en valores no es una moda ni un añadido: es la esencia de lo que significa enseñar. Es comprender que cada alumno es una historia, una oportunidad, un mundo por descubrir. Como bien resume César Bona, se trata de educar desde el respeto, el compromiso y la ilusión.

Su visión, que podemos encontrar en obras como La nueva educación, nos recuerda que otra forma de enseñar es posible. Una que pone a la persona en el centro, que valora el esfuerzo, que abraza el error como aprendizaje y que cultiva el pensamiento crítico.

La transformación de la escuela comienza con una mirada. Una mirada que ve a cada niño como alguien valioso, capaz y digno de ser escuchado. Y esa transformación no depende solo de los grandes cambios legislativos, sino de los pequeños gestos cotidianos. De cómo saludamos, cómo respondemos, cómo acompañamos.

Para seguir profundizando en cómo abordar la educación en valores en el contexto actual, resulta inspirador conocer el enfoque de Lucía, mi pediatra, y las claves que propone María Zabala para educar en la era digital.Educar no es un acto técnico, sino profundamente humano. Y como tal, requiere sensibilidad, escucha y presencia. César Bona nos invita a volver al origen, a recordar que en cada gesto educativo hay una semilla de futuro. Sembrémosla con cuidado, con sentido y con la certeza de que, cuando educamos desde el corazón, dejamos una huella imborrable.

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