¿Y si te dijeran que para alcanzar la gloria primero tienes que renunciar a ella? ¿Que la victoria más grande a veces consiste en asegurarte de que sea otro quien cruce la meta con los brazos en alto? Bienvenidos al universo del gregario, el alma del ciclismo, donde el éxito se mide en sacrificio y la mayor recompensa es un triunfo que nunca llevará tu nombre. Es una filosofía de vida que los protagonistas de este deporte resumen en un concepto paradójico pero poderoso: ganar perdiendo.
¿Qué es un gregario? El motor invisible del pelotón
Como cuenta Luis Pasamontes, ex ciclista del Movistar Team y fundador de The League of Gregarious, todo ciclista empieza con la misma ilusión. «Cuando estás en categorías inferiores, más o menos te defiendes en todos los terrenos, pero cuando llegas al profesionalismo sigues con la ilusión de, oye, ¿por qué no algún día yo a lo mejor puedo ganar una Vuelta a España?»,
Pero cuando pasa el tiempo y te mides con los mejores del mundo te das cuenta de que solo unos pocos llegan a estar en la élite. «Empiezas a descubrir que, ostras, para estar donde están los ganadores hacen falta unas cualidades especiales».
¿Qué hacer entonces? Pasamontes lo tuvo claro: «Dije, vamos a ver, si yo estoy aquí dejándome la vida para hacer un décimo puesto, ¿no será más interesante que todo ese esfuerzo lo ponga en trabajar para alguien?».
Con esa decisión se define el rol del gregario: un ciclista que trabaja para ayudar a que otro compañero gane la carrera. Su trabajo es proteger al líder del viento, avituallarlo, marcar el ritmo o tirar del pelotón para anular escapadas. En esencia, se sacrifica para que el líder llegue con las máximas fuerzas al momento decisivo de la etapa. El propio término viene del latín gregarius (perteneciente al rebaño), acuñado para describir a esos corredores cuya misión era la protección de su jefe de filas.
Este compromiso total con el equipo lo ilustra Pasamontes con una anécdota. Cuando sus amigos le decían «hemos visto que vas el 108 en la general», su respuesta era un manifiesto de intenciones: «No, no, es que yo no tengo que estar en la general. Cuanto más atrás esté, mejor. Significa que más energía guardo para trabajar al día siguiente».
La importancia del gregario en el Movistar Team
En un equipo de élite como el Movistar Team, esta figura es la piedra angular sobre la que se construyen todas las victorias. Es una cultura de equipo que ciclistas como Eusebio Unzue han cultivado durante décadas, entendiendo que no hay campeón sin un ejército de fieles a su lado.
Como resume a la perfección Chente García Acosta, otro histórico del Movistar Team, «Todos picamos piedra para que salga del trabajo adelante y somos todos gregarios. Si juntas un grupo de trabajo y buenos gregarios, el trabajo sale mucho más fácil».
“Papá, ¿tú por qué no ganas nunca?”: el valor del sacrificio
Perico Delgado , una leyenda de nuestro ciclismo, comparte una anécdota que revela la complejidad emocional del gregario. «Otro compañero mío, Jesús Rodríguez Magro, me dijo: ‘¿Sabes lo que me ha preguntado mi hijo hoy? Papá, ¿tú por qué no ganas nunca?’. Y dice: ‘Joe, no sabía qué contestarle’».
Es difícil de explicar. Un deportista de élite, «atléticamente tan bueno casi como el propio líder, se tiene que sacrificar por otro», reflexiona Delgado. Es la máxima expresión de la generosidad, entender que tu fuerza es la herramienta para que otro alcance la meta.
Triunfo de uno, mérito de todos
El ciclismo es una paradoja constante: es un deporte de equipo, pero solo gana uno. Sin embargo, la victoria nunca es individual. El gregario sabe que él no subirá al podio, «pero está al lado del que gana. Y cuando el que gana, gana cosas gordas, él es partícipe de ello», analiza Perico.
Es la misma esencia del trabajo en equipo que vemos en las historias de superación más increíbles. Y los grandes campeones como el propio Perico Delgado son los primeros en reconocer: sin ellos, sus mayores triunfos jamás habrían existido.
En la vida la mayoría somos gregarios (y eso está genial)
La figura del gregario va más allá del ciclismo o del deporte. De alguna forma, todos somos gregarios en la vida y resultamos imprescindibles para otras personas. Llegas a casa, enciendes la luz y el salón se ilumina. No piensas en ello, pero esa luz llega «porque alguien de Red Eléctrica estuvo pendiente de que te llegase. Esa persona es un gregario.
El médico que asiste al cirujano principal, el técnico de sonido en un concierto, el asistente de investigación que permite un descubrimiento… el mundo funciona gracias a un ejército de gregarios.
Asumir este rol es encontrar tu propósito. Es entender que tu talento puede ser la pieza clave en el engranaje de algo mucho más grande. Luis Pasamontes lo resume con la perspectiva que dan los años: «Para mí, haber sido gregario es lo mejor que me ha podido pasar. Deberíamos inculcar a los jóvenes que seguramente sean de ese 99% de personas que serán gregarios en la vida. Y eso no significa que hayan fracasado». Es, simplemente, otra forma de ganar. Una que alimenta el alma y construye leyendas, aunque sea lejos de los focos.