Elegir pareja es una de las decisiones más trascendentales. Una relación puede ser un lugar seguro que nos impulse y nos llene de alegría, mientras que una mala elección puede arrastrar todo lo demás hacia abajo. Pero, ¿cómo se construye una relación sana? ¿Qué trampas nos tiende el cerebro cuando conocemos a alguien? ¿Y cómo saber si estamos eligiendo desde el deseo o desde la necesidad?
Para responder a estas preguntas, hablamos con Silvia Llop, psicóloga del amor, experta en ayudarnos a entender los complejos procesos del corazón y la mente para construir relaciones que funcionen de verdad.
Silvia Llop, psicóloga: ¿Qué es el Amor?
«El amor es un concepto que cada uno tiene el suyo propio», empieza explicando Silvia, «pero creo que tendría que englobar dos cosas». Por un lado, están los sentimientos, esa sensación positiva hacia la otra persona, las ganas de verla y de compartir. Pero eso no es suficiente. «Luego también tiene que haber una parte mental, que es la de la compatibilidad, la de ¿podemos estar juntos realmente?, ¿nos entendemos?, ¿somos capaces de convivir en armonía?».
El (peligroso) mito del Amor Romántico
Una de las mayores fuentes de frustración en las relaciones proviene del mito del amor romántico, esa idea, a menudo sacada de las películas, de que «es un sentimiento que lo puede todo y que si estás enamorado ya todo está bien». Silvia es tajante al respecto: el amor real no funciona así.
El amor real consiste en construir con una persona, entendiendo que el sentimiento por sí solo no cambia a nadie ni resuelve incompatibilidades fundamentales. «Imagínate que una persona tiene super claro que quiere tener hijos y otra super claro que no. Por mucho amor que haya ahí en medio, no se van a poner de acuerdo». El amor no puede con cualquier barrera; se necesita algo más para que una relación funcione.
Psicología del Amor: cómo elegir pareja
«Elegir una buena pareja es de las mayores decisiones que puedes tomar en tu vida», afirma Silvia. Una buena elección es conectar con alguien que te ayuda a estar mejor, a sentirte en un lugar seguro donde puedes ser tú mismo y que supone un apoyo constante. Por el contrario, una relación tóxica te obliga a medir tus palabras y a doblegar tu personalidad.
Definiendo una “relación sana”
Según la psicóloga, una relación sana se sostiene sobre tres pilares fundamentales:
- Poder ser tú: no tener que cambiar partes esenciales de tu personalidad para encajar con el otro.
- Comunicación abierta: sentir que puedes hablar de todo, sin miedo a ser juzgado o invalidado. Para ello, es fundamental la inteligencia emocional.
- Vivir en armonía: esto no significa no discutir nunca, sino ser capaces de resolver los conflictos que surgen sin que la relación se desgaste constantemente.
“Mira, Manolo”, construyendo una relación sana
Silvia insiste en que «las relaciones sanas se construyen sobre conversaciones incómodas». Sin embargo, muchas personas evitan plantear lo que les molesta al principio por miedo a «parecer intensas». Para solucionar esto, propone una herramienta que ha bautizado como el “Mira, Manolo”.
Consiste en poner sobre la mesa, de forma asertiva, algo que te molesta o te genera inseguridad. Por ejemplo, si sientes que la otra persona ya no te dedica tanto tiempo: «Mira, Manolo, estoy super a gusto conociéndote, pero desde hace unas semanas siento que ya no tienes tanta disponibilidad. A mí me gustaría seguir construyendo contigo y para eso necesito verte. ¿Qué opinas?».
Esta conversación te coloca en un lugar vulnerable, pero es clave. «Si ya te invalida o te monta un cristo por haberle dicho algo de forma asertiva, entonces ya te está dando mucha información», explica Silvia. Tener estas conversaciones desde el principio pavimenta el camino hacia una relación sana.
Conoce las trampas del cerebro
Cuando conocemos a alguien, nuestro cerebro tiende a rellenar los huecos. «Ves cuatro características que te gustan y de repente esa persona es el ser más maravilloso del planeta», advierte Silvia. A esto se suma lo que ella llama el “atracón de química”, una euforia inicial que te hace sentir que es la persona de tu vida sin apenas conocerla.
Otra trampa común es quedarse con alguien por su potencial («si cambiara estas dos cositas, sería perfecta»). El consejo de la psicóloga es claro: «Nunca deberíamos quedarnos con alguien por el potencial, sino ver qué es lo que me está ofreciendo ahora mismo».
¿Qué buscar en una pareja (y qué evitar)? ‘Red Flags’ y requisitos mínimos
Silvia Llop señala tres banderas rojas (red flags) muy claras al conocer a alguien:
- Que no haya coherencia entre sus palabras y sus hechos.
- Que solo hable de sí mismo/a y no muestre interés genuino por ti.
- Que no te sientas cómoda o sientas que los malentendidos surgen con demasiada facilidad.
Por otro lado, propone definir tus estándares o requisitos mínimos, dividiéndolos en cinco categorías para saber qué necesitas:
- Personalidad: Rasgos que necesitas para una convivencia tranquila y feliz.
- Estilo de vida: Compatibilidad en aficiones, vida social, deporte, etc.
- Planes de futuro: Hijos, matrimonio, lugar de residencia, convivencia…
- Creencias: Valores fundamentales que deben ser compartidos o, como mínimo, respetados.
- Día a día: Necesidades de contacto, comunicación y tiempo compartido.
Buscar pareja desde el deseo en lugar de la necesidad
Es fundamental preguntarse desde dónde buscamos pareja. Cuando se busca desde la necesidad, suele haber un ansia por tapar vacíos o calmar una sensación de soledad no deseada. «Si lo hacemos desde ahí, es muy fácil que acabemos con personas que no son las adecuadas, porque como simplemente queríamos tapar ese vacío, la primera persona que pasa y nos cuadra un poquito, ya nos va a valer», advierte Silvia.
Buscar desde el deseo, en cambio, nace de un lugar diferente. «Es el ‘yo he llenado mi vida de cosas bonitas, estoy bien con lo que tengo y me gustaría mucho compartir y conectar con alguien’». Desde esa calma y esa autoestima es mucho más fácil hacer un «buen casting» y elegir a una persona que realmente encaje contigo.
¿Cómo se define el éxito en una relación?
A menudo confundimos éxito con duración. Silvia rompe con esta idea: «A veces confundimos el ‘es que si no es para siempre es un fracaso’. No. Haber estado 2, 5, 10 o 20 años con una persona maravillosa y con una relación sana y bonita es un exitazo».El éxito, por tanto, no se mide en años, sino en calidad. Y para tener una relación de calidad, la clave está en el origen: elegir bien, desde un lugar de plenitud y autoconocimiento.